Este es uno de los grandes temas de la lingüística; uno de los que es imprescindible hablar en cualquier ámbito metalingüístico por su vital importancia y por lo mal que desgraciadamente suele emplearse este signo ortográfico, ya sea por su ausencia inadecuada o su empleo incorrecto. Siempre he querido dedicar un artículo entero a esto, pero lo iba dejando para más adelante porque supuestamente todos conocemos y reconocemos la importancia de la tilde en la lengua española y sabemos emplearla en términos generales. Sin embargo, lamentablamente esto no es así y he podido comprobarlo en millones de casos continuamente, por lo que me he visto impulsado poderosamente a crear este artículo definitivamente. Tal es la desidia lingüística de la mayoría de gente que no se molesta ni siquiera en escribir correctamente sus propios nombres y apellidos, con sus tildes necesarias, o, simplemente, ni siquiera saben hacerlo (como dejan patente las modernas redes sociales). Sea por lo que sea, es una realidad tristísima y funesta, así que espero que este artículo contribuya, por poco que sea, a fomentar el imprescindible y adecuado uso de la tilde. Hay bastantes normas, reglas, excepciones y convenciones, pero las básicas o más frecuentes no son tantas y son, además, muy fáciles de comprender y recordar.
La tilde o acento gráfico u ortográfico es un recurso lingüístico que surge de la necesidad de especificar de alguna manera, en la lengua escrita, dónde recae el énfasis en cada palabra como está convenido o establecido etimológicamente. Otras lenguas también derivadas del latín no usan la tilde, o no de esta manera, porque tienen otros rasgos y características (otras, en cambio emplean dos tipos de tildes como el catalán: accent obert i tancat...); por ejemplo, los anglohablantes se esmeran un poco más que los hispanohablantes en dar el énfasis adecuado a cada palabra, y quizá por ese hecho no hacen uso de la tilde; el mayor inconveniente es que no saben cuál es el acento prosódico o énfasis de las palabras hasta que oyen a alguien pronunciarla o aprenden a hacerlo a través de las enseñanzas de diccionarios y otros manuales lingüísticos. La lengua española tiene una acentuación simple, clara y concisa que puede ser conocida, además de a través de la pronunciación, por cualquier escritura de calidad sin necesidad de tener una función explicativa o metalingüística. Aun así, existen algunas palabras con doble acentuación dependiendo de la región, o incluso términos a los que se les da un énfasis inadecuado; pero esos son otros temas.
Pasemos ya a las explicaciones más técnicas. Para saber tildar adecuadamente los vocablos sin emplear la intuición (que por lo visto no demasiados poseen naturalmente) es necesario conocer los tres tipos de palabras: agudas, llanas y esdrújulas. Es muy fácil saber en qué grupo se clasifica una palabra conociendo la situación del acento prosódico o sílaba tónica:
Las palabras agudas son las que tienen la sílaba tónica en su última sílaba: expresión, cantó, programar...
Las palabras llanas son las que tienen la sílaba tónica en la penúltima sílaba: enlace, etiqueta, vestido...
Las palabras esdrújulas son las que tienen la sílaba tónica en la antepenúltima sílaba (o antes, y se consideran sobresdrújulas): cáscara, máximo, oráculo...
Es muy sencillo recordarlo porque las agudas, como su propio nombre nos deja entrever, tienen el acento prosódico al final; las llanas, antes del final; y las esdrújulas en las primeras sílabas, antes de donde tienen el acento prosódico las llanas. También existen las palabras monosílabas, que son las que, como es evidente, tienen una única sílaba, ya sea átona o tónica.
Como es comprensible, no todas las sílabas tónicas llevan tilde porque, según el caso, no es necesario; ello depende de la grafía de cada palabra y su clasificación respecto al acento prosódico:
La tilde o acento gráfico u ortográfico es un recurso lingüístico que surge de la necesidad de especificar de alguna manera, en la lengua escrita, dónde recae el énfasis en cada palabra como está convenido o establecido etimológicamente. Otras lenguas también derivadas del latín no usan la tilde, o no de esta manera, porque tienen otros rasgos y características (otras, en cambio emplean dos tipos de tildes como el catalán: accent obert i tancat...); por ejemplo, los anglohablantes se esmeran un poco más que los hispanohablantes en dar el énfasis adecuado a cada palabra, y quizá por ese hecho no hacen uso de la tilde; el mayor inconveniente es que no saben cuál es el acento prosódico o énfasis de las palabras hasta que oyen a alguien pronunciarla o aprenden a hacerlo a través de las enseñanzas de diccionarios y otros manuales lingüísticos. La lengua española tiene una acentuación simple, clara y concisa que puede ser conocida, además de a través de la pronunciación, por cualquier escritura de calidad sin necesidad de tener una función explicativa o metalingüística. Aun así, existen algunas palabras con doble acentuación dependiendo de la región, o incluso términos a los que se les da un énfasis inadecuado; pero esos son otros temas.
Pasemos ya a las explicaciones más técnicas. Para saber tildar adecuadamente los vocablos sin emplear la intuición (que por lo visto no demasiados poseen naturalmente) es necesario conocer los tres tipos de palabras: agudas, llanas y esdrújulas. Es muy fácil saber en qué grupo se clasifica una palabra conociendo la situación del acento prosódico o sílaba tónica:
Las palabras agudas son las que tienen la sílaba tónica en su última sílaba: expresión, cantó, programar...
Las palabras llanas son las que tienen la sílaba tónica en la penúltima sílaba: enlace, etiqueta, vestido...
Las palabras esdrújulas son las que tienen la sílaba tónica en la antepenúltima sílaba (o antes, y se consideran sobresdrújulas): cáscara, máximo, oráculo...
Es muy sencillo recordarlo porque las agudas, como su propio nombre nos deja entrever, tienen el acento prosódico al final; las llanas, antes del final; y las esdrújulas en las primeras sílabas, antes de donde tienen el acento prosódico las llanas. También existen las palabras monosílabas, que son las que, como es evidente, tienen una única sílaba, ya sea átona o tónica.
Como es comprensible, no todas las sílabas tónicas llevan tilde porque, según el caso, no es necesario; ello depende de la grafía de cada palabra y su clasificación respecto al acento prosódico:
Las palabras agudas se tildan
si acaban en vocal, -n o -s.
Las palabras llanas se tildan
si no acaban en vocal, -n o -s y cuando terminan en -s precedida de otra consonante.
Las palabras esdrújulas, como norma general,
siempre deben tildarse.
Los monosílabos solo deben tildarse si hay posibilidad de confundirlos con otros de idéntica forma, pero que pertenecen a categorías gramaticales diferentes, lo que llamamos tilde diacrítica.
si acaban en vocal, -n o -s.
Las palabras llanas se tildan
si no acaban en vocal, -n o -s y cuando terminan en -s precedida de otra consonante.
Las palabras esdrújulas, como norma general,
siempre deben tildarse.
Los monosílabos solo deben tildarse si hay posibilidad de confundirlos con otros de idéntica forma, pero que pertenecen a categorías gramaticales diferentes, lo que llamamos tilde diacrítica.
Estas directrices básicas son, como puede observarse, muy simples, por lo que no presentan ninguna dificultad real para comprenderlas y memorizarlas. Sin embargo, si alguien tiene problemas para recordarlas, siempre puede recurrir a lo que toda persona con capacidad de emplear el código lingüístico debe hacer tanto como pueda: leer textos de calidad y escribir intentando hacerlo lo mejor posible y consultando y resolviendo cualquier duda que surja. Esa es la mejor manera de desarrollar la intuición lingüística, que ayuda en gran medida a escribir y hablar correcta y adecuadamente sin necesidad de ser un auténtico erudito en lingüística.
Una manera muy eficaz para determinar si un vocablo necesita tilde es pensar cómo sonaría cambiando el acento prosódico o sílaba tónica de posición:
Una manera muy eficaz para determinar si un vocablo necesita tilde es pensar cómo sonaría cambiando el acento prosódico o sílaba tónica de posición:
Martínez = marTInez
Martinez = martiNEZ
Mártinez = MARtinez
Martinez = martiNEZ
Mártinez = MARtinez
Así pues, podemos determinar fácilmente y con poca probabilidad de error que el apellido Martínez debe llevar tilde siempre en la i, pues, de lo contrario, alguien que no conoce tal vocablo (por ejemplo, un extranjero que está aprendiendo) no tendría manera de saber dónde debería darle el énfasis hasta que lo viera escrito correctamente o lo oyera decir a alguien que ya sabe cómo se pronuncia. La escritura de la tilde es necesaria y, por consiguiente, obligatoria incluso en palabras de uso frecuente o entre usuarios nativos o experimentados, pues suponer que todos los posibles lectores saben dónde recae el énfasis es muy arriesgado y, además, compromete incluso la interpretación adecuada del mensaje que se quería transmitir, ya que la tilde no sirve únicamente para especificar la sílaba tónica, también ayuda considerablemente a diferenciar inequívocamente unos términos de otros.
Un buen ejemplo de ello es la tilde diacrítica, que ya he mencionado anteriormente. Como he dicho, tal tilde se emplea si hay posibilidad de confundir una palabra con otra semejante en apariencia pero diferente en énfasis (una forma sería átona y la otra tónica), categoría gramatical y valor sintáctico: tu, tú; el, él; si, sí; mi, mí; de, dé; te, té; mas, más; aun, aún...
La tilde debe emplearse incluso aunque el texto esté escrito enteramente en mayúsculas, pues ello no es excusa para escribir correctamente las palabras; tal vicio surgió, entre otras cosas, porque hace décadas, las máquinas de escribir, que era uno de los pocos métodos de escritura de los que podía disponer cualquiera, no eran capaces de escribir letras mayúsculas con tildes. Como es evidente, tal obstáculo o limitación ha pasado a la historia y no hay excusa para escribir el acento gráfico donde corresponda. Este tema es importante, pues muchas personas están convencidas, sin preguntarse nada más ni buscar explicaciones, que las letras mayúsculas están exentas de cumplir y respetar las normas y convenciones. Tanto es así que incluso muchas las lápidas, que representan la ubicación y la memoria de los difuntos, trágicamente están escritas prescindiendo de la tilde en regiones hispanohablantes; a mí eso me parece, se mire como se mire, abominable, deprimente, nefasto, intolerable...
Es evidente que colocar tildes donde no se debe es una falta de ortografía grave, por lo siempre que hay que conocer y tener presentes las normas y convenciones actuales y una fuente fiable de consulta en caso de duda autoirresoluble o posibles excepciones; para ello existen muchos libros o manuales, pero también disponemos gratuitamente de la página electrónica de la Real Academia Española, donde se encuentran para su consulta el Diccionario de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas. En fin, creo que esto es lo más importante, lo básico y que todo el mundo debe saber antes de ponerse a escribir cualquier palabra u oración que pueda leer el prójimo. No cuesta tanto ni es tan difícil escribir y hablar mínimamente bien; tan solo hace falta dedicarle unas cuantas horas a la semana, por ejemplo leyendo artículos como este.
Un buen ejemplo de ello es la tilde diacrítica, que ya he mencionado anteriormente. Como he dicho, tal tilde se emplea si hay posibilidad de confundir una palabra con otra semejante en apariencia pero diferente en énfasis (una forma sería átona y la otra tónica), categoría gramatical y valor sintáctico: tu, tú; el, él; si, sí; mi, mí; de, dé; te, té; mas, más; aun, aún...
La tilde debe emplearse incluso aunque el texto esté escrito enteramente en mayúsculas, pues ello no es excusa para escribir correctamente las palabras; tal vicio surgió, entre otras cosas, porque hace décadas, las máquinas de escribir, que era uno de los pocos métodos de escritura de los que podía disponer cualquiera, no eran capaces de escribir letras mayúsculas con tildes. Como es evidente, tal obstáculo o limitación ha pasado a la historia y no hay excusa para escribir el acento gráfico donde corresponda. Este tema es importante, pues muchas personas están convencidas, sin preguntarse nada más ni buscar explicaciones, que las letras mayúsculas están exentas de cumplir y respetar las normas y convenciones. Tanto es así que incluso muchas las lápidas, que representan la ubicación y la memoria de los difuntos, trágicamente están escritas prescindiendo de la tilde en regiones hispanohablantes; a mí eso me parece, se mire como se mire, abominable, deprimente, nefasto, intolerable...
Es evidente que colocar tildes donde no se debe es una falta de ortografía grave, por lo siempre que hay que conocer y tener presentes las normas y convenciones actuales y una fuente fiable de consulta en caso de duda autoirresoluble o posibles excepciones; para ello existen muchos libros o manuales, pero también disponemos gratuitamente de la página electrónica de la Real Academia Española, donde se encuentran para su consulta el Diccionario de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas. En fin, creo que esto es lo más importante, lo básico y que todo el mundo debe saber antes de ponerse a escribir cualquier palabra u oración que pueda leer el prójimo. No cuesta tanto ni es tan difícil escribir y hablar mínimamente bien; tan solo hace falta dedicarle unas cuantas horas a la semana, por ejemplo leyendo artículos como este.
Saludos cordiales.