13 de abril de 2010

Punto y coma y dos puntos

Y por fin voy a acabar de explicar cómo y para qué se usan y cuándo y cuándo no deben usarse los signos de puntuación más importantes y frecuentes, y voy a hacerlo con el punto y coma (;) y los dos puntos (:), y no porque sean menos importantes que el resto, sino porque ambos son más sencillos e implican mucho menor esfuerzo —aunque igualmente estamos hablando de un esfuerzo casi inexistente...— comprenderlos y conocerlos.

Punto y coma

Indica una pausa mayor que la marcada por la coma y menor que la señalada por el punto. El punto y coma es, de todos los signos de puntuación, el que presenta un mayor grado de subjetividad en su empleo, pues, en muchos casos, es posible optar, en su lugar, por otro signo de puntuación, como el punto y seguido, los dos puntos o la coma; pero esto no significa que el punto y coma sea un signo prescindible.

Sus usos principales son: para separar los elementos de una enumeración cuando se trata de expresiones complejas que incluyen comas —y así facilitar la comprensión—; para separar oraciones que tienen un vínculo mayor que el otorgado por el punto y seguido (la elección de uno u otro depende  de la vinculación semántica que quien escribe considera que existe entre los enunciados) y delante de conectores de sentido adversativo, concesivo o consecutivo, como pero, mas, aunque, sin embargo, por tanto, por consiguiente —si el período encabezado por la conjunción es corto, se usa la coma; y si tiene una extensión considerable, es mejor emplear el punto y seguido—, etc., y, por último, se pone punto y coma detrás de cada uno de los elementos de una lista o relación cuando se escriben en líneas independientes y se inician con minúscula, salvo detrás del último, que se cierra con punto.

Para este signo no hacen falta más explicaciones porque es considerablemente sencillo; aunque, curiosamente, parece que cada vez se usa menos, por lo que es conveniente emplearlo más a menudo... Sería un gran error, fatal, perder los importantes e insustituibles matices que aporta solo por la pura y perniciosa pereza que inspira a demasiados individuos el simple y sencillo hecho de conocerlo lo suficiente. Toda la información acerca de él —y de cualquier asunto lingüístico de la lengua española— se encuentra donde siempre, en la página electrónica de la Real Academia Española.

Dos puntos

Representa una pausa mayor que la de la coma y menor que la del punto. Detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue, que siempre está en estrecha relación con el texto precedente. Sus usos principales son: introducir enumeraciones de carácter explicativo (por ejemplo: Este paraguas tiene dos colores: el rojo y el blanco.), introducir la reproducción de citas o palabras textuales, que deben escribirse entre comillas e iniciarse con mayúscula, tras las fórmulas de saludo en el encabezamiento de cartas y documentos —aquí suele emplearse algunas veces la coma muy erróneamente por copia estúpida y necia del «estilo» inglés— y, por último, marcar una pausa enfática tras locuciones de carácter introductorio como a saber, ahora bien, pues bien, esto es, dicho de otro modo, en otras palabras, más aún (no precisan que la oración que los sigue se inicie con mayúscula); en la mayoría de estos casos los dos puntos son sustituibles por la coma (la diferencia entre el uso de uno u otro signo está en que con la coma el énfasis desaparece y la expectación creada en el lector con respecto a lo que se va a decir es menor). Además, es incorrecto escribir dos puntos entre una preposición y el sustantivo o sustantivos que esta introduce. Para conocer más sobre los dos puntos, ya sabes dónde se encuentra todo ese conocimiento... ¡Aunque también puedes preguntarme! Estaré encantado de responderte y aclararte cualquier duda lingüística que tengas.

Y hasta aquí los signos de puntuación más importantes o de uso más frecuente. Próximamente hablaré más sobre filosofía y empezaré a discurrir también sobre sociedad y ética —que buena falta hace...—; además, seguiré de vez en cuando con la lingüística, de la que evidentemente nunca podré dejar de hablar...