La estupidez humana no tiene límites. Cada día estoy más seguro de ello y mis esperanzas van mermando, y las pruebas de que demasiados individuos son estúpidos e ignorantes y necios a más no poder se vuelven cada vez más evidentes e innegables. En este artículo voy a hablar un poco sobre esos individuos que se empeñan en desacreditar y menospreciar a la Real Academia Española, e incluso —tanta es su insensatez— a toda la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), o cualquier otro organismo o persona que exponga alguna norma o convención.
Los usuarios del español —o mejor: todos los usuarios de las lenguas— tenemos la gran fortuna de disponer de la supervisión y el trabajo de la RAE y las otras 21 Academias, que proporcionan normas y recomendaciones (e incluso intentan buscar y dar soluciones a conflictos o a demasiado número de opciones; es decir, intentan unificar lo recomendable y tipificar lo posible) para el español de España y los tipos de español de Hispanoamérica: es decir, para todo el mundo hispanohablante actual. Hay gente que no lo aprecia en absoluto (demasiada para lo que sería recomendable; todo lo malo abunda...), y hasta lo desprecia porque no quiere reconocer lo que todo ello supone (de desagradecidos está el mundo lleno). Cualquier persona mínimamente inteligente o culta se pregunta: ¿cómo es posible que haya gente que «piense» así? Pues ello, como todo, tiene sus razones (aunque no criterios), y son las siguientes: aparte de por lo de siempre —ignorancia profunda—, la mayoría de los detractores de la RAE intentan desacreditar todo lo que dice y desprestigiarla porque son tan necios y estúpidos que no entienden las directrices (es decir, las normas, convenciones, recomendaciones...) que propone y tampoco son capaces de aprendérselas, ni siquiera de memorizarlas; así pues, les es más fácil decir que no son adecuadas (aunque ellos no usarían ese término tan culto) y usan ese falso argumento sin criterio alguno para sentirse con pleno derecho (se autoengañan escandalosamente) a no cumplirlas, ni siquiera a entenderlas, e incluso pretenden parecer cultos o inteligentes. Nada más lejos de la realidad. Ellos, por su enorme ignorancia e innata necedad, y lo que es todavía peor, por su insalvable estupidez, no tienen la capacidad —ni el derecho— de dar opiniones válidas. Lo que sin duda deberían hacer es callarse, y, además, intentar seriamente entender y aprender esas normas y recomendaciones, por más que les cueste; siempre pueden pedir ayuda...
Vamos a ver, todos sabemos que en este mundo aparentemente nada es perfecto, así que las Academias de la ASALE tampoco lo son (toman decisiones más acertadas o aceptadas que otras, pero todas están profusa y profundamente estudiadas y sometidas a votaciones, así que el margen de error debería ser muy pequeño; al menos, es mucho más pequeño que el de otros organismos o sujetos, es seguro); mas hemos de tener siempre en cuenta y no olvidar nunca que si hay alguien que puede ofrecer una buena regulación de la lingüística son los académicos que trabajan, en conjunto, en las mismas, que son lingüistas profesionales todos; si hay algo en este mundo que pueda arrojar algo de luz a la ignorancia lingüística de tanta gente ha de ser la RAE; no se me ocurre otra posibilidad. Intentar desacreditar a la RAE es realmente ridículo, y todavía lo es más cuando el detractor es un pobre diablo que no sabe ni hacer la o con un canuto, como es en prácticamente todos los casos. Si se quiere tener un punto de vista válido y dar opiniones aceptables, primero hay que informarse adecuadamente y saber lo máximo posible, y por consiguiente llegar naturalmente a conclusiones acertadas —a no ser que se sea un loco—...
También los hay que argumentan que la RAE, o toda la ASALE, tienden a ser conservadores, quizá demasiado. Esa afirmación es totalmente falsa e irreal, porque están continuamente proponiendo, aceptando y añadiendo palabras nuevas —muchas de ellas extranjeras— al diccionario y demás obras; y es totalmente necesario hacerlo racionalmente, pues de lo contrario estaríamos empleando un idioma que sería una mezcla de varios, lo cual no sería nada agradable ni recomendable, y habríamos perdido una de las mejores lenguas, si no la mejor, del mundo; evolucionar es recomendable y necesario, pero siempre en su justa medida y por el camino correcto. Además, ¿qué pasaría si la única institución oficial de regulación se dedicara a suprimir todas las palabras que ya no se usan mucho y a aceptar todas las nuevas, aunque sean extranjeras? Que acabaríamos perdiendo a la preciosísima y maravillosa lengua española, y tendríamos un idioma que sería una mezcla fea, aberrante y abominable de varios (lamentablemente, ya ocurre en demasiados casos). Ser un poco conservador es necesario para mantener unas propiedades o características que no han de perderse tan fácilmente; podríamos decir que de esa manera se alarga, por poco que sea, la «vida» de una lengua. Por consiguiente, esa es otra excusa sin criterio, o también, una vez más, una excusa que se origina por falta de información o conocimiento.
Y he dejado para el final al que quizá es el peor grupo de todos (lee todo el párrafo antes de juzgar erróneamente, de confundirte y pensar cosas que no son): los que odian visceralmente la RAE únicamente por ser española (es decir, los que poseen la más auténtica y verdadera xenofobia...) e incluso las otras 21 Academias por ser sus subproductos o derivados; es decir, los hispanoamericanos y demás personajillos que, en sus sempiternas e infinitas ignorancia, necedad y estupidez, además de su considerable carencia de inteligencia y abundancia de sed de antigua e irracional venganza, y hasta perniciosa, duradera y actual envidia, intentan desacreditar todo lo que dice y propone la RAE e incluso desprestigiar a la propia institución con el único objetivo de mancillar todo lo español (ya no se conforman solo con destripar y destrozar totalmente nuestra lengua durante siglos...). Por supuesto, no todos los hispanoamericanos son así, afortunadamente; hay algunos que realmente merecen la pena y hasta son más cultos, o al menos tienen mejor mentalidad e ideología, que bastantes españoles; pero aun así hay un lamentable gran número, un gran porcentaje, que sí son de esa manera tan pésima; eso es demostrable e innegable. Y cuando son así, que tiemble el mundo, porque hasta que el mismo no esté abriéndose por la mitad no pararán...
Sean del origen que sean los detractores, si les preguntas cuáles son las razones por las que desacreditan y se oponen a la RAE y todas las fuentes de conocimiento lingüístico nunca te responden, o como mucho te dan evasivas; ¿será que no tienen criterios razonables ni válidos? Nótese el sarcasmo. Es evidente y de sentido común que sin el trabajo de la RAE, nuestra preciosa lengua española ya no sería tan maravillosa desde hace mucho tiempo; ¡y eso que todavía podría mejorarse hasta la perfección si sus usuarios la conocieran y respetaran lo suficiente! Sería una lengua más, otro código con demasiados sinsentidos, incongruencias, incoherencias, imperefecciones, defectos, interferencias y poca o ninguna norma; algo así como, por poner un ejemplo muy evidente, lo que le ocurre a la lengua inglesa, con todas sus variantes y regionalismos, cuyos usuarios escriben como les da la gana y no se les puede decir que lo hagan de otra manera, pues no hay normas universalmente válidas al ser todas totalmente arbitrarias, sin criterio. En fin, si a alguien no le da la gana de respetar el sistema de la lengua española está invitado a cambiar de lengua nativa; quizá entonces se dé cuenta definitivamente de lo imprescindible que es el trabajo de un organismo como la Real Academia Española o la ASALE en general. Como digo, una persona con ciertos conocimientos jamás se opondrá a la RAE; en todo caso intentará mejorar su función, ya que, como todo en este mundo, no es perfecta (pero eso no significa que no sea muy beneficiosa).
Y no quiero invertir más tiempo y líneas de mi bitácora en este tema porque es absurdo intentar negar la evidencia, y tales sujetos no se merecen nada bueno. Únicamente espero que algún día recapaciten; no hacen ningún bien a nadie siendo como son, diciendo lo que dicen y haciendo lo que hacen; al contrario, dan todavía más pie a que se escriba y se hable como a cada uno le salga de los cojones...
29 de junio de 2010
Los ignorantes más necios: los detractores de la RAE
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