20 de enero de 2011

vídeo/video

El tema de este artículo es la acentuación del término vídeo o video, tanto gráfica como prosódica. En primer lugar, veamos qué dice el Diccionario de la lengua española (DRAE) sobre el vocablo:

vídeo.
(Del ingl. video, y este del lat. vidĕo, yo veo).
1. m. Sistema de grabación y reproducción de imágenes, acompañadas o no de sonidos, mediante cinta magnética.

2. m. Grabación hecha en vídeo.

3. m. Aparato que graba y reproduce mediante cintas magnéticas imágenes y sonidos procedentes de la televisión o de otro aparato de vídeo.

En toda España —y parece ser que también en unas pocas regiones de Hispanoamérica—, esa palabra se considera esdrújula, por lo que se pronuncia [bídeo] y se escribe con tilde, vídeo. Sin embargo, en prácticamente todas las regiones de Hispanoamérica se la trata como llana, por lo que la pronuncian [bidéo] y no la tildan. En el Diccionario panhispánico de dudas (DPD) se dice lo siguiente:

«Procedente del inglés video, se ha adaptado al español con dos acentuaciones, ambas válidas: la forma esdrújula vídeo [bídeo], que conserva la acentuación etimológica, es la única usada en España; en América, en cambio, se usa mayoritariamente la forma llana video [bidéo]. Cuando esta voz se emplea como elemento prefijo en la formación de compuestos, es átona y, por tanto, debe escribirse sin tilde: videoconferencia, videoclub, videojuego».

En el proceso de adaptación de un término extranjero a otra lengua, un vocablo puede sufrir cambios de grafemas (letras), de acentuación (gráfica o prosódica, o ambas) o incluso resultar en la posibilidad de dos opciones, ya sean de género (en inglés, las palabras no tienen) o de acentuación. Actualmente existen varios casos de ambigüedad de género o de acentuación en el español, sobre todo entre regiones, más o menos válidas o aceptables; en el caso concreto de video, en inglés —su origen más inmediato— suele pronunciarse como esdrújula (los anglohablantes no tienen normas claras de acentuación prosódica, ni siquiera usan tildes, pero atribuyen el énfasis por imitación o tradición, que suele ser la acentuación etimológica), y en latín (vidĕo) se pronunciaba, al parecer (no sé mucho latín), también como esdrújula. La pregunta es: ¿de dónde surgió la forma llana?

En cualquier caso, lo más importante es que los que la emplean como esdrújula escriban tilde en la i siempre que no se haya convertido en prefijo (caso en el que debe, además, escribirse unida, sin espacio ni guion), ya que el hecho de que haya dos acentuaciones admitidas no es excusa, criterio ni razón para no escribir la tilde cuando se pronuncia como esdrújula. Lamentablemente, en el artículo sobre vídeo/video del DPD no se menciona, pero en otros casos de acentuación doble sí —aparte de en otros textos normativos más generales—, como es el caso de período/periodo:

«[...] La preferencia de una u otra en la escritura debe adecuarse a la pronunciación: quien diga [período] debe escribir período, y quien diga [periódo] debe escribir periodo».

Esa norma se aplica y debe cumplirse en todos los casos de acentuación doble —si ambas formas están aceptadas—; es de sentido común.

Sin embargo, el caso de vídeo es mucho más inequívoco y claro. A diferencia de periodo/período, que los hablantes suelen usar indistintamente (quizá teniendo en cuenta únicamente el significado de la palabra en cada caso), los hablantes que dicen vídeo lo hacen siempre así, como esdrújula, y por consiguiente deben siempre escribir la palabra con tilde; y lo mismo ocurre con la opción contraria.

Véase también
Acentuación

Última edición: 16 de noviembre de 2014.

19 de enero de 2011

Mayúsculas

Hacía ya mucho tiempo que quería hablar de las mayúsculas, ya que cierta cantidad de individuos hace un uso totalmente arbitrario e innecesario de ellas en muchos casos. Como no podía ser de otra manera, la culpa es, una vez más, de la ignorancia, aunque más precisamente de la persona necia, por permitir y consentir serlo —y, en los peores casos, incluso regocijarse de ello—.

Como este tema tiene muchos casos (que están explicados, como siempre, en el Diccionario panhispánico de dudas y en la Ortografía de la lengua española de 2010), voy a limitarme a exponer los más básicos y los que suelen presentan conflictos y pueden crear errores frecuentes.

El secreto para hacer un adecuado uso de las mayúsculas puede resumirse en una sola frase: si no tienen utilidad, no deben usarse. Las mayúsculas tienen significado y están perfectamente reguladas y sometidas a unas normas claras y concisas. Deben suponer una diferencia ortográfica lingüística necesaria; es decir, no se emplean por «estética», como algunos creen, sino porque realmente son imprescindibles o, como mínimo, muy útiles. A partir de esa premisa —que rige toda la lingüística y no únicamente este tema— debemos expandir nuestros conocimientos y saber la acción que ha de tomarse en casos concretos, para así minimizar tanto como sea posible la probabilidad de error y mejorar exponencialmente nuestra lógica lingüística y, también, nuestra comprensión, que nos asegurará una mejor obtención de conocimientos en el futuro.

Se escribe con letra inicial mayúscula la primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.); el resto de las palabras que los componen, salvo que sean nombres propios, deben escribirse con minúscula: Últimas tardes con Teresa, La vida es sueño, La lección de anatomía, El galo moribundo, Las cuatro estaciones, Las mañanas de la radio, Informe semanal. En el caso de los títulos abreviados con que se conocen comúnmente determinados textos literarios, el artículo que los acompaña debe escribirse con minúscula: el Quijote, el Lazarillo, la Celestina. Esto se explica porque si se emplearan las mayúsculas en cada palabra sería para indicar la extensión del título —y no para que quede «bien»; ¡vaya pésimo gusto!—, pero en español no se hace —ni debe hacerse— porque es infinitamente preferible emplear otro tipo de letra cuando se pueda, como la cursiva, o bien las comillas adecuadas —que suelen ser las angulares—, para diferenciar los títulos del resto del texto y delimitar su extensión. Es decir, que no hay razón más allá de la burda copia y la necedad para usar tantas mayúsculas indiscriminadamente.

A veces ayudan a diferenciar indudablemente términos similares. Ejemplos: Iglesia (‘institución’), iglesia (‘edificio’); Ejército (‘institución’), ejército (‘conjunto de soldados’); Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’), gobierno (‘acción de gobernar’).

Los gentilicios y los nombres de lenguas se escriben enteramente en minúscula; excepto que, naturalmente, se encuentren a principio de frase.

Los nombres de los días de la semana, los meses y las estaciones del año se escriben, como norma general, en minúscula; solo se inician con mayúscula cuando forman parte de nombres que exigen la escritura de sus componentes con mayúscula inicial, como ocurre con los nombres de festividades, fechas o acontecimientos históricos, vías urbanas, edificios, etc.: Viernes Santo, Primavera de Praga, plaza del Dos de Mayo, Hospital Doce de Octubre.

Aunque, en señal de respeto, ha venido siendo costumbre en textos de carácter religioso escribir los pronombres personales referidos a la divinidad, o a personas sagradas como la Virgen, con mayúscula inicial, no hay razón lingüística alguna que lo justifique, ya que en español esta categoría de palabras se escribe siempre con minúscula. Por lo tanto, se recomienda evitar la mayúscula en estos casos.

El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las reglas de acentuación. Lo contrario es creencia popular errónea aparentemente porque antaño, en la época de las máquinas de escribir totalmente mecánicas (antes de la era digital), estas no eran capaces de reproducir letras mayúsculas con tilde por limitaciones evidentes de diseño. Como puede comprobarse, ese problema fue resuelto totalmente hace ya varias décadas, por lo que no escribir tildes donde corresponda en letras mayúsculas es una falta de ortografía como cualquier otra.

Y un detalle que también es muy importante: la i mayúscula (I) no debe escribirse nunca con punto; lo mismo ocurre con la letra j (J). Es tristemente frecuente ver íes minúsculas (con punto) entre letras mayúsculas, sobre todo en textos escritos a mano, aunque tampoco es raro verlo incluso en textos escritos mediante procesos más técnicos. Es un grave error, o quizá una muy mala costumbre que deja en evidencia la falta de cuidado de la gente a la hora de escribir y la poca consciencia lingüística (bueno, y en general...) que tiene. Si nadie escribiría nunca, por ejemplo, harIna, ¿por qué muchos escribirían, sin remordimiento alguno, HARiNA? Como siempre digo, hay que usar la lógica, la inteligencia, el sentido común y el conocimiento, que los tenemos para eso, no para adornar.

Adjudicarle mayúscula inicial a palabras que no lo requieren suele ser calco del inglés, lengua en la que se hace un uso arbitrario y excesivo de las mismas. Recordemos otra vez que español e inglés son dos idiomas diferentes, y por consiguiente poseen rasgos, características, normas y convenciones distintas. ¿Por qué debemos escribir con mayúscula inicial palabras que no las necesitan desde un punto de vista congruente y coherente? Es totalmente absurdo e innecesario. Queda fatal un título con mayúsculas arbitrarias en medio, aunque algunos necios quieran creer que queda mejor, o hasta que le da más importancia... Y las mayúsculas tenían y siguen teniendo una connotación de majestuosidad, es cierto, pero precisamente por eso hay que emplearlas cuando es adecuado; de lo contrario, ese significado acabará perdiéndose y nos resultarán inútiles —como ya ha pasado y pasará con muchos otros temas—. Afortunadamente, la ortografía española está evolucionando de manera adecuada en ese aspecto, ya que la mayúscula inicial sin estar a principio de frase está usándose cada vez en casos más concretos y específicos; pero podría involucionar inexorablemente si empieza a utilizarse la mayúscula indiscriminadamente y llega a niveles incontrolables. Precisamente por eso hay que conocer bien todos los aspectos de la lingüística; para emplearla lo mejor posible y, por consiguiente, asegurar muchos años de esplendor y utilidad para nuestra amada lengua española.

Hasta el próximo artículo.

Palabras que empiezan por /a/ tónica

Las palabras que empiezan por /a/ tónica tienen la particularidad de parecer en algunos casos de género masculino aun siendo, en muchos casos, de género femenino. Esto es debido a que algunas palabras que se refieren a estos términos se cambian de género presumiblemente para evitar la cacofonía al coincidir dos a en palabras contiguas, aunque esa razón no es del todo cierta, pues hay muchos otros casos de confluencia de la misma vocal en los que no se toma ninguna medida para evitar una cacofonía que, por otra parte, no llega a serlo realmente. El problema con este tipo de palabras surge cuando se convierten incorrecta, indebida y arbitrariamente al masculino palabras que se refieren a estos términos, lo que resulta en frases sin concordancia de género, pues solo puede y debe hacerse con cuatro, y únicamente en casos concretos.

Debería saberse muy bien que palabras como agua, hacha, águila, aula, alma, arma, área, hambre y un largo etcétera son de género femenino —como nos demuestran inequívocamente los diccionarios—; según parece hay mucha confusión por el artículo el que se coloca delante de ellas en vez de la y un en lugar de una, o a veces algún en lugar de alguna y ningún en lugar de ninguna, que se hace, en realidad, por razones de fonética histórica (mucha más información en el Diccionario panhispánico de dudas). Esas cuatro son las únicas palabras que pueden tomar la forma masculina cuando deberían ser femeninas; sin embargo, pueden también dejarse perfectamente en femenino, lo que es más coherente al mantener la concordancia adecuada.

el agua
un agua
la agua
una agua
alguna agua
algún agua
ninguna agua
ningún agua


Además, esa excepcional norma —que no se da en ningún otro tipo de palabras— solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo, pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla queda sin efecto y cualquier palabra que se refiera al sustantivo que comienza por /a/ tónica deberá emplearse en su forma femenina; y también cuando el artículo se encuentra ante un adjetivo (la árida llanura, no *el árida llanura). También, al tratarse de sustantivos femeninos, deben usarse en relación a ellos siempre las formas femeninas correspondientes con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo, mucho, poco, otro, etcétera.

esta hacha
aquella misma arma
toda el agua
mucha hambre


Resumiendo:

Las únicas palabras que pueden (aunque es mejor no hacerlo, quizá en el caso de la > el, que está mucho más extendido) cambiarse de género en referencia a palabras que empiezan por /a/ tónica son la, una, alguna y ninguna. El resto deben emplearse en todos los casos en sus formas correspondientes, coherentes y concordantes.

Este cambio solo puede producirse si tales palabras son contiguas; es decir, si la palabra alterada se encuentra justo delante de la palabra con /a/ tónica, y se trata de un sustantivo y no de un adjetivo. Si no están juntas, es incorrecto emplear cualquier forma que carezca de la concordancia normal y adecuada.

Ya que todavía hoy el conocimiento lingüístico mayoritario lamentablemente es superficial y poco extenso, lo que se propone para evitar estos errores es obviar, suprimir, eliminar en todos los casos la costumbre de cambiar el género de los vocablos que se refieren a las palabras que comienzan por /a/ tónica; es decir, tratar estos términos como al resto de palabras del léxico español, con la concordancia que les corresponde en realidad. Es la segunda mejor manera de solucionar estos graves fallos; la primera sería que la mayoría de usuarios tuvieran un conocimiento generoso, pero con la poca voluntad que pondrían y ponen para ello sería un objetivo inalcanzable a plazo relativamente corto; y eso que para dominar suficientemente este tema solo es cuestión de recordar un par de cosas, no es necesario hacer ninguna carrera, ni nada..., justo como ocurre con la mayoría de temas lingüísticos que son fuente de errores frecuentes; al contrario de la creencia popular, escribir y hablar mínimamente bien no es, en absoluto, difícil ni complejo, ni requiere grandes esfuerzos, especialmente en esta era de la información en la que estamos, con la que disponemos de la posibilidad de transmitir ingentes cantidades de información a través de Internet.

Hay dos sencillos temas que pueden generar dudas a algunos usuarios de la lengua en relación al que se ha explicado anteriormente, por lo que expongo aquí algunos datos muy interesantes extraídos del Diccionario panhispánico de dudas:

Sustantivos comunes en cuanto al género. Son los que, designando seres animados, tienen una sola forma, la misma para los dos géneros gramaticales. En cada enunciado concreto, el género del sustantivo, que se corresponde con el sexo del referente, lo señalan los determinantes y adjetivos con variación genérica: el/la pianista; ese/esa psiquiatra; un buen/una buena profesional. Los sustantivos comunes se comportan, en este sentido, de forma análoga a los adjetivos de una sola terminación, como feliz, dócil, confortable, etc., que se aplican, sin cambiar de forma, a sustantivos tanto masculinos como femeninos: un padre/una madre feliz, un perro/una perra dócil, un sillón/una silla confortable.

Sustantivos epicenos. Son los que, designando seres animados, tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano, y no *La víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano. En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente.

la orca
*el orca
la orca macho
la águila
el águila
(excepcional)
el águila macho
*muchos águilas
muchas águilas macho


¡Hasta el próximo artículo!

Última edición 14 de agosto de 2013.