22 de junio de 2009

Queísmo y dequeísmo

Bueno, creo que ya va siendo hora de volver a hablar sobre temas lingüísticos. En realidad siempre es muy necesario y recomendable, pero no conviene agobiar demasiado (pero demasiado es un término muy relativo, como todo en esta vida...). Aunque únicamente aprende el que realmente quiere aprender, y solo escribe y habla mejor el que realmente quiere...

Hoy me centraré en explicar un tipo de error que se encuentra entre los más frecuentes en ámbitos no demasiado cultos: la adición o supresión arbitraria de la preposición de cuando confluye con que.

Para utilizar adecuadamente las preposiciones de manera intuitiva es necesario comprender de verdad cada palabra y oración. La que más confusión crea es, aparentemente, la preposición de, que se añade y se elimina a diestro y siniestro, sin criterio. A la mayoría de estos errores se los llama dequeísmos (preposiciones de indebidamente agregadas) y queísmos (preposiciones de indebidamente suprimidas), aunque este tipo de error también se produce a veces en otros casos en los que que no está presente.

Veamos: si se habla imitando, es decir, repitiendo lo que se oye durante toda la vida, sin entender realmente ni pensar en lo que se dice, es muy fácil equivocarse. Y es lo que hace casi todo el mundo. Es fundamental saber suficientemente lo que se dice y se escribe, entender las palabras, frases y oraciones. Así que el primer paso va a ser analizar mejor el código, la lengua, en este caso el español o castellano. Si no se tiene facilidad natural, puede ayudar mucho leer textos buenos y utilizar el diccionario muy a menudo, con cualquier duda, además de aprender otras lenguas —con suficiente control normativo...— y, sobre todo, escribir mucho; escribir intentando seriamente hacerlo lo mejor posible es lo que más ayuda a aprender, ya que la duda es el amanecer del aprendizaje, la búsqueda es el mediodía y la comprensión es la noche. Los ejemplos también ayudan mucho a entender conceptos rápidamente.

Ejemplos de queísmo (falta de ante que):

*Me alegro que hayáis venido.
*Me olvidé que tenía que llamarte.
*No cabe duda que es un gran escritor.
*Pronto cayó en la cuenta que estaba solo.
*Nos dimos cuenta que era tarde.

Ejemplos de dequeísmo (sobra de ante que):

*Me alegra de que seáis felices.
*Es seguro de que nos quiere.
*Le preocupa de que aún no hayas llegado.
*Es posible de que nieve mañana.

Hay un «truco» que puede ayudar mucho a evitar queísmos y dequeísmos, y es hacerse una pregunta con un fragmento de la oración donde se encuentra la duda, tal que así:

La oración *He soñado de que comíamos mantecados en Navidad es incorrecta. Deberíamos preguntarnos y autorrespondernos: «Qué he soñado? Que comíamos mantecados en Navidad». La oración correcta es, pues, He soñado que comíamos mantecados en Navidad.

La oración *No se da cuenta que esa no es manera de comportarse es incorrecta. ¿De qué no se da cuenta? De que esa no es manera de comportarse. No se da cuenta de que esa no es manera de comportarse.

Hay más maneras de comprobar si la preposición de es necesaria:

No se da cuenta de que esa no es manera de comportarse.
No se da cuenta de eso.


En ninguna de las dos formas podría suprimirse la preposición de, pues la oración carecería de un fragmento importante de significado, estaría mal construida o sin acabar, el mensaje sería incoherente o incompleto. En lingüística suele ayudar mucho, en caso de duda, cambiar las cosas de sitio o de forma para comprobar si las expresiones u oraciones tienen sentido y evitar, así, indeseables errores.

Sea cual sea la preposición dudosa, siempre es cuestión de prestar un poco más de atención al código con el que nos comunicamos. En estos casos concretos, el propio verbo siempre requiere o rechaza preposiciones: es muy fácil detectarlo intuitivamente. Si se dan casos en los que aun probando estos «trucos» se duda sobre la preposición adecuada, es recomendable consultar alguna fuente fiable, como la página electrónica de la Real Academia Española.

En fin, me despido una vez más y te deseo mucha felicidad. ¡Hasta la próxima!

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