El viernes pasado, día 13 de abril de 2012 (¿fue coincidencia que fuera viernes 13?) se hizo realidad una de mis peores pesadillas: tuve problemas con un disco duro y perdí archivos cuya suma total eran unos 2 TB de información digital. El extraño y maldito pantallazo azul ocurrió mientras estaba moviendo archivos de un disco externo a otro. Cuando reinicié el sistema operativo y volví a conectar los discos, todo parecía normal. Ni siquiera me planteé que algo pudiera haberse visto afectado seriamente; al menos a simple vista no lo parecía, en principio. Así pues, solamente verifiqué qué archivos se habían quedado a medias y reanudé la tarea. Seguí tranquilamente haciendo otras cosas mientras se completaba la operación, hasta que al cabo de unas pocas horas me dio por acceder a la carpeta que estaba moviendo los archivos. Sentí verdaderamente cómo se me venía el mundo encima cuando me asaltó un mensaje infernal que rezaba más o menos así: «No se puede acceder a S:/Carpeta. El archivo o directorio es ilegible». Con el estómago empezando a revolvérseme y mis manos comenzando a temblar, intenté acceder a otras carpetas. No recuerdo con precisión ni exactitud qué hice en aquellos segundos de angustia; lo único que sé es que en lugar de empezar a salvar archivos (en realidad no sé si hubiera podido, porque el sistema de archivos del disco ya estaba corrupto), hice comprobaciones infructuosas. Muy asustado y nervioso, lo único que se me ocurrió hacer a continuación fue desconectar el disco tan seguramente como pude y volver a conectarlo. Ahora ya no podía siquiera acceder a él. El sistema operativo me decía que el disco estaba sin formatear, en formato RAW, y que si quería darle formato. Evidentemente no quería; eso hubiera sido la perdición total: ¡lo que se quiere es recuperar los datos, no borrarlos! Estaba claro que debía hacer algo efectivo para solucionar el problema: 2 TB de datos en archivos, muchos de ellos únicos (incluso cortometrajes propios), estaban en juego. Y también mi salud tanto mental como física.
Hacía meses que tenía una deficiencia de espacio digital alarmante. Por eso me había comprado ese disco duro tan extenso; pero la avaricia rompe el saco, y la ignorancia destruye. La raíz del problema fue no saber en un principio que incluso actualmente muchos dispositivos físicos y programas digitales tienen serios problemas al tener que trabajar con discos duros de más de 2 TB. Como ya tenía un disco de 2 TB y siempre me quedo corto de espacio tarde o temprano, decidí adquirir uno de 3 TB, que ya salen bastante baratos en relación a la capacidad. Iría metido en una caja que se adquiere aparte; aunque mi deseo era un producto diseñado y fabricado con la caja, como los dos que ya tenía de 1 y 2 TB, al parecer esos productos no están disponibles por estos lares en estos tiempos difíciles. Ya se estaba gestando el desastre.
Nada más conectarlo a mi equipo informático por primera vez empezó a dar problemas. Al principio mi Windows 7 Ultimate 64 bits no me lo reconocía (por lo que ningún Windows lo haría). A través del administrador de discos conseguí crear una partición. Pero hiciera lo que hiciera, siempre me mostraba una capacidad máxima de unos 764 GB. Por más controladores y demás aplicaciones y programas que intentaba actualizar e instalar, todo seguía igual. Después de varios días de pruebas, meditación, llamadas y visitas al vendedor, cambio de caja y consulta a la asistencia técnica del fabricante de la segunda caja para el disco (que me dijeron que me lo tenía que solucionar el vendedor...), conseguí solucionar el asunto conectando el disco de 3 TB internamente mediante SATA y formateando, ahora sí, con su capacidad máxima real. Una vez conectado y comprobado que con la caja seguía mostrando unos 3 TB de capacidad, me invadieron el júbilo y el alivio. ¡Ya podía hacer uso de él y descargar el resto de discos, que estaban totalmente colmados de información! Ya podía almacenar muchos más archivos y no tendría que preocuparme durante algún tiempo por el espacio ni la lentitud de la mayoría de tareas. Así que estuve varios días moviendo archivos, hasta que el disco duro nuevo alcanzó los 2 TB ocupados aproximadamente. Entonces fue cuando sobrevino la catástrofe. El pantallazo azul, en inglés blue screen of death (BSOD), había ocurrido. Ahí estaba, indicándome que algo había ido mal. Realmente mal. Inusitadamente mal.
Al día siguiente, algo más relajado pero, naturalmente, todavía muy preocupado y desasosegado, empecé con el trabajoso y delicado proceso de la recuperación. Lo primero que hice fue colocar el disco nuevo y «problemático» otra vez dentro de la torre de mi equipo para conectarlo mediante SATA (tuve que reemplazarlo por el secundario de los dos de 500 GB que tenía originalmente) para evitar más problemas a causa de la caja. Una vez iniciado el sistema operativo, detectó que el disco tenía el sistema de archivos corrupto y empezó a ejecutar tareas de reparación que me dejaron únicamente con unos 300 GB de datos de los 2 TB que en realidad había movido en el disco. En ese punto, mis ya mermadas esperanzas disminuyeron tanto que las sentí en los pies y bajando más todavía. Sin embargo, no las perdí del todo, afortunadamente; ya sabía que en estos casos siempre hay alguna posibilidad de recuperar alguna fracción de los archivos. Además, el disco volvía a detectarse como lo que era y debía ser, NTFS para el sistema de archivos de la partición que tenía. El sistema de archivos es toda la información que alberga un disco duro en relación a la ubicación, posición, tamaño, extensión, nombre, etcétera. Como puede comprobarse, es vital que se mantenga siempre en buen estado. Imagino que se había corrompido ligeramente, aunque mientras no sea una destrucción o reescritura total (como en un formateo o la sobrescritura con otros archivos) siempre hay posibilidad de recuperar muchos archivos enteros e incluso con sus nombres correctos con los programas apropiados. En mi caso fue un porcentaje algo menor salvado porque hasta que me di cuenta de que algo iba realmente mal con el disco seguí moviendo archivos, que desaparecieron y estropearon una parte del ya maltrecho sistema de archivos. Aun así, afortunadamente no estaba todo perdido.
En este punto vital y decisivo lamentablemente cometí algunos errores más a causa de la preocupación y la urgencia que sentía. Me aferré a recuperar los datos únicamente del disco problemático, el de 3 TB, y olvidé por completo los demás, que no tenían problemas y eran los alojadores originales de los archivos que había movido. Como necesitaba 2 TB libres para recuperar los datos con algún programa para tal tarea, empecé a mover archivos de unos a otros... Claro que no debían encontrarse necesariamente todos en el mismo... Creo que ese fue uno de los errores más graves que cometí, aunque afortunadamente no me di cuenta demasiado tarde de la gran equivocación que estaba cometiendo y más tarde es lo que me permitió recuperar bastantes archivos.
El penúltimo paso (el último es reformatear el disco problemático o desecharlo si está dañado físicamente) de semejante tarea es la más difícil: encontrar el programa adecuado para recuperar tantos datos como se pueda sin dejarse, si es posible, unas decenas de euros en él. La búsqueda y la elección son cruciales, decisivas y complicadas. He probado bastantes programas de recuperación de archivos, sobre todo gratuitos, y cada uno tiene sus características y puntos débiles y fuertes. Así que lo mejor es tener varios programas, para que se complementen y acaben sacando casi todos los archivos entre todos. Los mejores programas gratuitos para tal efecto que he probado son Recuva (lento y algo confuso en cuanto a directorios, pero efectivo) y Glary Undelete (muy rápido, pero está destinado más bien a salvar archivos borrados, no a archivos perdidos por una corrupción del sistema de archivos). Los de pago ofrecen, como norma general, una versión de prueba ridícula que no sirve para nada, y no son precisamente baratos. Luego se quejarán de que los no ricos los obtengan por otros medios (sin pagar)... Y algunos no valen siquiera una porción de su precio. Estoy de acuerdo en que si se ha probado adecuadamente un programa y resulta útil se compre para apoyar a los programadores si se tiene dinero suficiente para ello, pero creo que deberían facilitar y expandir la posibilidad de prueba por parte de los usuarios; comprar algo que desconoces por completo no suele ser recomendable.
Volviendo a mi odisea... Al final, después de muchas horas de trabajo, búsqueda y preocupación, conseguí recuperar una parte bastante decente de los archivos; sin embargo, perdí la otra parte, que incluía algunos archivos únicos. Es cierto que todo conocimiento tiene su precio, y mientras que algunos son fácilmente accesibles, otros muchos salen muy caros, como es el caso. Uno no aprende a minimizar suficientemente los riesgos de pérdida de datos, actuar adecuadamente y recuperarlos cuando están en peligro inminente hasta que se encuentra personalmente en la comprometida y desagradable situación, en el tremendo problema. Sin embargo, alguien que ha pasado por tal pésima y destructiva pero también enriquecedora experiencia (según el caso...) y posee unos conocimientos informáticos sólidos, aunque no sean demasiado extensos, puede aconsejar al prójimo para ayudarle a evitar las acciones de riesgo y los errores frecuentes, algunos de los cuales pueden ser irreparables por sus perniciosas consecuencias. Ese es mi caso; escribo este artículo para compartir mi experiencia, mis conocimientos y ayudar a los posibles lectores. Así pues, a continuación expongo una lista de acciones que deben hacerse, que no deben hacerse y cómo deben hacerse para aumentar las probabilidades de éxito al mismo tiempo que reduce las del fracaso, que se traduce en pérdidas importantes de datos que habitualmente son irreemplazables.
• El primer consejo que doy es no mezclar cajas con discos duros de más de 2 TB, al menos por el momento, y sobre todo con aquellas cuya calidad pueda ponerse en entredicho (lo barato suele salir caro). Quizá en un futuro no muy lejano se perfeccionen y dejen de dar tantos problemas, pero actualmente parece ser que forman una combinación explosiva; es decir, que es una de las mejores maneras para arriesgar y perder datos. Lo mejor para disponer de espacio de almacenamiento adicional suficiente es comprar discos duros con cajas montadas en la fábrica por marcas con buena reputación, como Verbatim, LaCie, Seagate... o bien aumentar la capacidad o el número de los discos internos, cuya conexión mayoritaria es hoy SATA, que siempre será más rápida y segura que el USB (o el FireWire) y, sobre todo, que SATA a través de USB (donde hay más componentes y por consiguiente pueden tener y tienen más complicaciones y problemas). Es decir: o adquieres discos duros con cajas premontadas (que suelen ser de marca, de calidad y estar bien diseñadas sin ser caras), o bien los incorporas internamente al equipo (en el caso de los equipos de sobremesa con su torre, claro está) siempre que haya espacio y conexiones suficientse. Intenta mantenerte alejado de las cajas sueltas, o si quires arriesgarte (no te lo aconsejo), al menos asegúrate de que adquieres una que sea suficientemente buena y compatible con todo lo que tienes.
• La opción de mover archivos —cortar y pegar— en lugar de copiarlos es tentadora por la despreocupación que inspira (una vez cortas y pegas, te olvidas de los originales porque ya han sido eliminados automáticamente, así que se libera el espacio sin tener que borrar manualmente los archivos duplicados), pero es muy peligrosa, sobre todo cuando se trata de mover datos entre discos duros externos o memorias USB. Lo mejor es copiar y pegar y una vez verificado todo concienzudamente, borrar los originales o, mejor todavía, dejarlos un tiempo siempre que se disponga de espacio de sobra. Si yo hubiera copiado en lugar de mover cuando ocurrió el pantallazo azul, habría podido salvar muchos más archivos; fue uno de mis fallos.
• Aunque algunos crean que la herramienta de expulsar dispositivos con seguridad es inútil, es realmente crucial. Aunque la configuración de las memorias USB y los discos duros externos sea la predeterminada y pueda parecer que este método de extracción no es necesario, he podido comprobar personalmente muchos casos de corrupción de sistema de archivos, pérdida de datos e incluso, en algunos casos graves, del propio dispositivo (ocurre sobre todo con las memorias USB baratas) por prescindir de esa opción y sacar el dispositivo de su puerto cuando todavía estaba siendo escrito. Puede extraerse con seguridad cualquier dispositivo conectado al equipo y en funcionamiento haciendo clic izquierdo en el icono del área de notificación (a la derecha de la barra de tareas, al lado de la hora o data) que simboliza un cable USB o, en otros casos, un dispositivo USB con una flecha y clicando sobre el que queramos extraer; cuando aparezca un mensaje en forma de bocadillo o globo de texto confirmando que puede extraerse con seguridad, es el momento perfecto. A veces aparece un mensaje advirtiendo que no se puede terminar la conexión con el dispositivo porque algún programa todavía tiene acceso a él; lo mejor en estos casos es cerrar cualquier programa que pueda tener alguna relación con él y reintentarlo, y si así tampoco sale, esperar unos minutos... Hay métodos más rápidos y agresivos, que también son algo más peligrosos, como finalizar procesos que se sabe que producen estos inconvenientes, como el propio «explorer.exe», pero eso debería reservarse para usuarios con unos conocimientos suficientemente amplios o profundos.
• Aunque es prácticamente imposible saber cuándo va a ocurrir un error de sistema —si no es habitual— o un corte de corriente eléctrica, procura evitar la realización de tareas delicadas como el movimiento de archivos cuando haya tormenta o se estén llevando a cabo otras acciones en el sistema que requieran de mucha memoria o uso de procesador, especialmente cuando se trate de discos duros con caja y de mover archivos importantes o gran cantidad de datos; lo mejor en esos casos es dejar que el sistema haga su trabajo tranquilo. Otro de mis errores fue ejecutar demasiadas tareas paralelas; quizá eso favoreció el colapso del sistema... En cuanto a electricidad se refiere, va bastante bien disponer de un aparato llamado SAI, de Sistema de Alimentación Ininterrumpida, que si es el adecuado puede evitar muchos problemas cuando hay subidas o bajadas de tensión, cortes y sobre todo pérdida de datos al disponer de tiempo suficiente gracias a la batería para guardar y parar todo antes de apagar el equipo con seguridad. Hay que ponderar entre el precio del aparato y la frecuencia de los problemas con el suministro y la instalación eléctrica, según la zona, el país...
• Cuando haya tenido lugar algún problema de sistema, suministro o cualquier otro relevante mientras movías archivos, revisa los contenidos dispositivos implicados durante algunos minutos y haz también una comprobación de disco con alguna herramienta para tal efecto, como el predeterminado de Windows. Hasta que no te asegures de que está todo bien no sigas transfiriendo archivos. Si detectas cualquier error, ¡PARA! Detén todas las operaciones que puedan escribir datos tanto en los discos que albergaban los archivos originalmente como los que estaban destinados a alojarlos en el futuro. Si el error es que se ha corrompido la partición por un defecto del sistema de archivos, la única manera de recuperar los archivos podría ser deseliminando, rebuscando o desocultando los archivos con un programa especial para ello. Hasta que no hayas recuperado todo lo que puedas, no escribas en esos discos ni los formatees; eso destruiría los archivos que podrías querer todavía. Este es otro de los fallos que cometí, aunque afortunadamente sus consecuencias no fueron demasiado lamentables porque me di cuenta más temprano que tarde entre el caos y la desesperación de aquellos momentos.
• Otra muy buena idea es tener al menos una copia de los archivos importantes en soportes diferentes: discos duros, memorias flash (con o sin USB), discos ópticos (CD, DVD, Blu-ray) o incluso servicios en la nube (aunque son bastante poco fiables, sobre todo últimamente, desde lo que hicieron con Megaupload, y también tienen otras desventajas)... Esto también reducirá considerablemente la probabilidad de perder archivos y hará posible su rápida recuperación si uno de los dispositivos que los almacenan tiene problemas. Siempre es mucho mejor invertir algo más de espacio en copias que tener que arriesgar datos importantes y únicos en una delicada e impredecible recuperación.
• Otra consideración importante es no almacenar archivos importantes y únicos en el mismo disco en el que se encuentra y ejecuta el sistema operativo. Este disco es el que más se sobrescribe por el movimiento continuo de datos, por lo que las recuperaciones en él suelen ser las más complicadas e infructuosas. Además, es susceptible a otros problemas que ponen en riesgo la integridad de los datos, como ataques con programas maliciosos, errores de sistema que impiden el inicio del mismo... Por todo ello, lo mejor es almacenar los datos en otros discos o soportes (como he mencionado anteriormente), tanto internos (preferiblemente mientras haya espacio dentro del equipo y cables suficientes) como externos (siempre que estén en buen estado porque se cuiden y no den problemas como, por ejemplo, los de 3 TB con caja). También es buena idea tener siempre instalado un programa de recuperación de archivos, preferiblemente gratuito, actualizado y de confianza; así no habrá que escribir más datos ni estar buscando en momentos tan delicados, eso suponiendo que se disponga de conexión a Internet.
En resumen:
• Infórmate tanto como puedas sobre la mejor manera de almacenar datos, así como las características de cada método y los productos y establecimientos que hay en tu región. Una buena elección en todo evita la mayoría de problemas; el quid está en que la propia elección no es fácil. Como norma general, diremos que lo mejor es un disco duro interno en SATA o, cuando esta opción no pueda llevarse a cabo por alguna razón, uno con caja montada de fábrica de alguna marca con prestigio en el campo.
• Ten siempre copias de seguridad de tus archivos más preciados en unidades o soportes distintos. Ten extremo cuidado cuando muevas gran cantidad de datos, y nunca sueltes una liana hasta que tengas agarrada otra, y preferiblemente ten dos por si acaso.
• Siguiendo con la metáfora de las lianas, cuando ha ocurrido el desastre y se te han roto o resbalado todas y te has caído, has de procurar amortiguar el golpe y saber levantarte más o menos indemne. Esto se consigue evitando la escritura en los dispositivos afectados hasta que la recuperación de datos se haya llevado a cabo con tanto éxito como sea posible.
• Si ocurre lo peor y resulta verdaderamente imposible recuperar datos valiosos, ya sea por daño virtual o sobre todo físico del soporte, la única opción que podría quedar es contactar con algún profesional de recuperación de datos. Sin embargo, debe meditarse detenidamente si la pequeña fortuna que suelen cobrar por la recuperación sería una buena inversión. Siempre es mucho mejor prevenir que curar.
Pero los problemas no habían acabo ahí... No, señor. Cuando terminé de recuperar archivos, formateé el disco de 3 TB (ya conectado indefinidamente en SATA para evitar más problemas) y empecé restablecer el orden poco a poco en todos mis archivos. Finalmente llegó el momento en que necesité acceder al disco duro de 500 GB que había tenido que desconectar y sacar del interior de mi torre, por lo que lo monté (no muy contento...) dentro de la problemática caja y lo conecté a un puerto USB. A los pocos minutos volvió a dar problemas. Saturaba el explorador de Windows (explorer.exe) de tal manera que no se podía hacer absolutamente nada, ni siquiera terminar el proceso mediante el administrador de tareas del sistema operativo; lo dejaba totalmente inútil, pues tampoco podía acceder a otras carpetas. En cuanto desconectaba el disco (apagándolo mediante el botón de la caja...) todo volvía a funcionar inmediatamente. ¡No podía copiar ni mover ningún archivo! Estaba claro que no era problema del disco, pues había estado usándolo tres años y medio perfectamente y era de tan solo 500 GB, por lo que la caja debía ser perfectamente capaz de manejarlo sin problema. Así que tuve que volver a la tienda; me hubiera gustado que me hubieran cambiado la caja por otra marca, otro modelo, pero lo que hizo el vendedor (no era el mismo que el primero, del que no sé qué se habrá hecho) fue cambiarme la caja por otra igual. Cuando la probé, daba los mismos problemas. Por más controladores que actualizaba, programas que desinstalaba y pruebas que llevaba a cabo, todo seguía igual. Incluso en el otro equipo que hay en casa, que tiene otro sistema operativo (Windows XP Professional) y prácticamente todo es diferente, tenían lugar exactamente los mismos problemas. ¿Qué duda cabía ya de que el problema tenía que ser el modelo de la caja? La causa exacta del pantallazo azul destructor sigue siendo desconocida todavía, pero todo indicaba desde el mismo instante en que ocurrió que era problema de la caja, y cuantas más pruebas hacía, más seguro era que tenía que serlo. Me tocó volver a la tienda por enésima vez... El nuevo vendedor con muy malas artes y a pesar de todo lo que le expliqué (que no fue poco), quiso quedarse la caja un día para probarla. A pesar de que eso supondría tener que volver más veces a la tienda incluso sabiendo ya casi a ciencia cierta cuál era la causa del problema, acepté. Quedamos en que me llamarían al día siguiente para darme noticias.
Como eran casi las siete de la tarde y todavía no habían llamado, lo hice yo. Después de unos minutos me comunicaron que a ellos la caja no les daba ningún problema. Estupefacto, les dije que cuando fuera a la tienda al día siguiente me cambiaran la caja por otro modelo o que me devolvieran el dinero (unos 26 €). Cuando llegó el momento y me presenté una vez más allí, otra vez estaba el vendedor nuevo. Por alguna razón nunca me había dado muy buena espina, y en esos momentos mis impresiones se convirtieron en evidencias: empezó a decir muy desagradablemente que el dinero no me lo iban a devolver porque el producto no tenía problemas, sino mi equipo. Después de una absurda discusión (en realidad lo absurdo era lo que escupía aquel vendedor) y unos momentos muy desagradables, estresantes y cabreantes, me cambió la maldita caja por otra, que resultó ser la misma del principio de todo. Me dio a entender que si esta vez también tenía problemas, estaba yo solo: ¿acaso no era eso lo que ocurría desde el principio? La única diferencia era que si esta caja tampoco funcionaba bien tendría que comérmela con patatas; ya no habría más cambios y, como había dejado bien claro desde el principio, ninguna devolución de dinero. Decidiendo y asumiendo definitivamente que no volvería más a la tienda (otra menos... ¿Qué ocurre con la informática en España?), volví a casa y probé la caja... ¡Afortunadamente, parecía ir bien! Tanto como mis otros tres discos duros externos con caja de fábrica más el familiar, que ninguno me ha dado nunca ningún problema... Aparentemente, el problema estaba, ¡por fin!, resuelto. De momento no he tenido problemas con esta caja, y espero que siga así hasta el fin de los días. En efecto, como puede comprobarse el problema era del modelo de la caja, que concretamente era una Conceptronic CHD3DUW. No sé exactamente cuál era su problema, pero sí sé, sin lugar a dudas ya, que tenía alguno, y grave. Si quieres otro buen consejo, no uses nunca esa caja. No da más que problemas; más de lo que podría considerarse normal. Con ella es todo un sinsentido destructivo.
Espero que mi odisea informática más reciente, y quizá la mayor, sirva de ayuda a muchas personas. He aprendido mucho, pero no sin una inversión considerable de salud, tiempo (casi un mes dedicado a la solución de estos problemas) y dinero adicional en gasolina para los cerca de diez viajes a la tienda, además de la cantidad de datos irrecuperables...
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Hacía meses que tenía una deficiencia de espacio digital alarmante. Por eso me había comprado ese disco duro tan extenso; pero la avaricia rompe el saco, y la ignorancia destruye. La raíz del problema fue no saber en un principio que incluso actualmente muchos dispositivos físicos y programas digitales tienen serios problemas al tener que trabajar con discos duros de más de 2 TB. Como ya tenía un disco de 2 TB y siempre me quedo corto de espacio tarde o temprano, decidí adquirir uno de 3 TB, que ya salen bastante baratos en relación a la capacidad. Iría metido en una caja que se adquiere aparte; aunque mi deseo era un producto diseñado y fabricado con la caja, como los dos que ya tenía de 1 y 2 TB, al parecer esos productos no están disponibles por estos lares en estos tiempos difíciles. Ya se estaba gestando el desastre.
Nada más conectarlo a mi equipo informático por primera vez empezó a dar problemas. Al principio mi Windows 7 Ultimate 64 bits no me lo reconocía (por lo que ningún Windows lo haría). A través del administrador de discos conseguí crear una partición. Pero hiciera lo que hiciera, siempre me mostraba una capacidad máxima de unos 764 GB. Por más controladores y demás aplicaciones y programas que intentaba actualizar e instalar, todo seguía igual. Después de varios días de pruebas, meditación, llamadas y visitas al vendedor, cambio de caja y consulta a la asistencia técnica del fabricante de la segunda caja para el disco (que me dijeron que me lo tenía que solucionar el vendedor...), conseguí solucionar el asunto conectando el disco de 3 TB internamente mediante SATA y formateando, ahora sí, con su capacidad máxima real. Una vez conectado y comprobado que con la caja seguía mostrando unos 3 TB de capacidad, me invadieron el júbilo y el alivio. ¡Ya podía hacer uso de él y descargar el resto de discos, que estaban totalmente colmados de información! Ya podía almacenar muchos más archivos y no tendría que preocuparme durante algún tiempo por el espacio ni la lentitud de la mayoría de tareas. Así que estuve varios días moviendo archivos, hasta que el disco duro nuevo alcanzó los 2 TB ocupados aproximadamente. Entonces fue cuando sobrevino la catástrofe. El pantallazo azul, en inglés blue screen of death (BSOD), había ocurrido. Ahí estaba, indicándome que algo había ido mal. Realmente mal. Inusitadamente mal.
Al día siguiente, algo más relajado pero, naturalmente, todavía muy preocupado y desasosegado, empecé con el trabajoso y delicado proceso de la recuperación. Lo primero que hice fue colocar el disco nuevo y «problemático» otra vez dentro de la torre de mi equipo para conectarlo mediante SATA (tuve que reemplazarlo por el secundario de los dos de 500 GB que tenía originalmente) para evitar más problemas a causa de la caja. Una vez iniciado el sistema operativo, detectó que el disco tenía el sistema de archivos corrupto y empezó a ejecutar tareas de reparación que me dejaron únicamente con unos 300 GB de datos de los 2 TB que en realidad había movido en el disco. En ese punto, mis ya mermadas esperanzas disminuyeron tanto que las sentí en los pies y bajando más todavía. Sin embargo, no las perdí del todo, afortunadamente; ya sabía que en estos casos siempre hay alguna posibilidad de recuperar alguna fracción de los archivos. Además, el disco volvía a detectarse como lo que era y debía ser, NTFS para el sistema de archivos de la partición que tenía. El sistema de archivos es toda la información que alberga un disco duro en relación a la ubicación, posición, tamaño, extensión, nombre, etcétera. Como puede comprobarse, es vital que se mantenga siempre en buen estado. Imagino que se había corrompido ligeramente, aunque mientras no sea una destrucción o reescritura total (como en un formateo o la sobrescritura con otros archivos) siempre hay posibilidad de recuperar muchos archivos enteros e incluso con sus nombres correctos con los programas apropiados. En mi caso fue un porcentaje algo menor salvado porque hasta que me di cuenta de que algo iba realmente mal con el disco seguí moviendo archivos, que desaparecieron y estropearon una parte del ya maltrecho sistema de archivos. Aun así, afortunadamente no estaba todo perdido.
En este punto vital y decisivo lamentablemente cometí algunos errores más a causa de la preocupación y la urgencia que sentía. Me aferré a recuperar los datos únicamente del disco problemático, el de 3 TB, y olvidé por completo los demás, que no tenían problemas y eran los alojadores originales de los archivos que había movido. Como necesitaba 2 TB libres para recuperar los datos con algún programa para tal tarea, empecé a mover archivos de unos a otros... Claro que no debían encontrarse necesariamente todos en el mismo... Creo que ese fue uno de los errores más graves que cometí, aunque afortunadamente no me di cuenta demasiado tarde de la gran equivocación que estaba cometiendo y más tarde es lo que me permitió recuperar bastantes archivos.
El penúltimo paso (el último es reformatear el disco problemático o desecharlo si está dañado físicamente) de semejante tarea es la más difícil: encontrar el programa adecuado para recuperar tantos datos como se pueda sin dejarse, si es posible, unas decenas de euros en él. La búsqueda y la elección son cruciales, decisivas y complicadas. He probado bastantes programas de recuperación de archivos, sobre todo gratuitos, y cada uno tiene sus características y puntos débiles y fuertes. Así que lo mejor es tener varios programas, para que se complementen y acaben sacando casi todos los archivos entre todos. Los mejores programas gratuitos para tal efecto que he probado son Recuva (lento y algo confuso en cuanto a directorios, pero efectivo) y Glary Undelete (muy rápido, pero está destinado más bien a salvar archivos borrados, no a archivos perdidos por una corrupción del sistema de archivos). Los de pago ofrecen, como norma general, una versión de prueba ridícula que no sirve para nada, y no son precisamente baratos. Luego se quejarán de que los no ricos los obtengan por otros medios (sin pagar)... Y algunos no valen siquiera una porción de su precio. Estoy de acuerdo en que si se ha probado adecuadamente un programa y resulta útil se compre para apoyar a los programadores si se tiene dinero suficiente para ello, pero creo que deberían facilitar y expandir la posibilidad de prueba por parte de los usuarios; comprar algo que desconoces por completo no suele ser recomendable.
Volviendo a mi odisea... Al final, después de muchas horas de trabajo, búsqueda y preocupación, conseguí recuperar una parte bastante decente de los archivos; sin embargo, perdí la otra parte, que incluía algunos archivos únicos. Es cierto que todo conocimiento tiene su precio, y mientras que algunos son fácilmente accesibles, otros muchos salen muy caros, como es el caso. Uno no aprende a minimizar suficientemente los riesgos de pérdida de datos, actuar adecuadamente y recuperarlos cuando están en peligro inminente hasta que se encuentra personalmente en la comprometida y desagradable situación, en el tremendo problema. Sin embargo, alguien que ha pasado por tal pésima y destructiva pero también enriquecedora experiencia (según el caso...) y posee unos conocimientos informáticos sólidos, aunque no sean demasiado extensos, puede aconsejar al prójimo para ayudarle a evitar las acciones de riesgo y los errores frecuentes, algunos de los cuales pueden ser irreparables por sus perniciosas consecuencias. Ese es mi caso; escribo este artículo para compartir mi experiencia, mis conocimientos y ayudar a los posibles lectores. Así pues, a continuación expongo una lista de acciones que deben hacerse, que no deben hacerse y cómo deben hacerse para aumentar las probabilidades de éxito al mismo tiempo que reduce las del fracaso, que se traduce en pérdidas importantes de datos que habitualmente son irreemplazables.
• El primer consejo que doy es no mezclar cajas con discos duros de más de 2 TB, al menos por el momento, y sobre todo con aquellas cuya calidad pueda ponerse en entredicho (lo barato suele salir caro). Quizá en un futuro no muy lejano se perfeccionen y dejen de dar tantos problemas, pero actualmente parece ser que forman una combinación explosiva; es decir, que es una de las mejores maneras para arriesgar y perder datos. Lo mejor para disponer de espacio de almacenamiento adicional suficiente es comprar discos duros con cajas montadas en la fábrica por marcas con buena reputación, como Verbatim, LaCie, Seagate... o bien aumentar la capacidad o el número de los discos internos, cuya conexión mayoritaria es hoy SATA, que siempre será más rápida y segura que el USB (o el FireWire) y, sobre todo, que SATA a través de USB (donde hay más componentes y por consiguiente pueden tener y tienen más complicaciones y problemas). Es decir: o adquieres discos duros con cajas premontadas (que suelen ser de marca, de calidad y estar bien diseñadas sin ser caras), o bien los incorporas internamente al equipo (en el caso de los equipos de sobremesa con su torre, claro está) siempre que haya espacio y conexiones suficientse. Intenta mantenerte alejado de las cajas sueltas, o si quires arriesgarte (no te lo aconsejo), al menos asegúrate de que adquieres una que sea suficientemente buena y compatible con todo lo que tienes.
• La opción de mover archivos —cortar y pegar— en lugar de copiarlos es tentadora por la despreocupación que inspira (una vez cortas y pegas, te olvidas de los originales porque ya han sido eliminados automáticamente, así que se libera el espacio sin tener que borrar manualmente los archivos duplicados), pero es muy peligrosa, sobre todo cuando se trata de mover datos entre discos duros externos o memorias USB. Lo mejor es copiar y pegar y una vez verificado todo concienzudamente, borrar los originales o, mejor todavía, dejarlos un tiempo siempre que se disponga de espacio de sobra. Si yo hubiera copiado en lugar de mover cuando ocurrió el pantallazo azul, habría podido salvar muchos más archivos; fue uno de mis fallos.
• Aunque algunos crean que la herramienta de expulsar dispositivos con seguridad es inútil, es realmente crucial. Aunque la configuración de las memorias USB y los discos duros externos sea la predeterminada y pueda parecer que este método de extracción no es necesario, he podido comprobar personalmente muchos casos de corrupción de sistema de archivos, pérdida de datos e incluso, en algunos casos graves, del propio dispositivo (ocurre sobre todo con las memorias USB baratas) por prescindir de esa opción y sacar el dispositivo de su puerto cuando todavía estaba siendo escrito. Puede extraerse con seguridad cualquier dispositivo conectado al equipo y en funcionamiento haciendo clic izquierdo en el icono del área de notificación (a la derecha de la barra de tareas, al lado de la hora o data) que simboliza un cable USB o, en otros casos, un dispositivo USB con una flecha y clicando sobre el que queramos extraer; cuando aparezca un mensaje en forma de bocadillo o globo de texto confirmando que puede extraerse con seguridad, es el momento perfecto. A veces aparece un mensaje advirtiendo que no se puede terminar la conexión con el dispositivo porque algún programa todavía tiene acceso a él; lo mejor en estos casos es cerrar cualquier programa que pueda tener alguna relación con él y reintentarlo, y si así tampoco sale, esperar unos minutos... Hay métodos más rápidos y agresivos, que también son algo más peligrosos, como finalizar procesos que se sabe que producen estos inconvenientes, como el propio «explorer.exe», pero eso debería reservarse para usuarios con unos conocimientos suficientemente amplios o profundos.
• Aunque es prácticamente imposible saber cuándo va a ocurrir un error de sistema —si no es habitual— o un corte de corriente eléctrica, procura evitar la realización de tareas delicadas como el movimiento de archivos cuando haya tormenta o se estén llevando a cabo otras acciones en el sistema que requieran de mucha memoria o uso de procesador, especialmente cuando se trate de discos duros con caja y de mover archivos importantes o gran cantidad de datos; lo mejor en esos casos es dejar que el sistema haga su trabajo tranquilo. Otro de mis errores fue ejecutar demasiadas tareas paralelas; quizá eso favoreció el colapso del sistema... En cuanto a electricidad se refiere, va bastante bien disponer de un aparato llamado SAI, de Sistema de Alimentación Ininterrumpida, que si es el adecuado puede evitar muchos problemas cuando hay subidas o bajadas de tensión, cortes y sobre todo pérdida de datos al disponer de tiempo suficiente gracias a la batería para guardar y parar todo antes de apagar el equipo con seguridad. Hay que ponderar entre el precio del aparato y la frecuencia de los problemas con el suministro y la instalación eléctrica, según la zona, el país...
• Cuando haya tenido lugar algún problema de sistema, suministro o cualquier otro relevante mientras movías archivos, revisa los contenidos dispositivos implicados durante algunos minutos y haz también una comprobación de disco con alguna herramienta para tal efecto, como el predeterminado de Windows. Hasta que no te asegures de que está todo bien no sigas transfiriendo archivos. Si detectas cualquier error, ¡PARA! Detén todas las operaciones que puedan escribir datos tanto en los discos que albergaban los archivos originalmente como los que estaban destinados a alojarlos en el futuro. Si el error es que se ha corrompido la partición por un defecto del sistema de archivos, la única manera de recuperar los archivos podría ser deseliminando, rebuscando o desocultando los archivos con un programa especial para ello. Hasta que no hayas recuperado todo lo que puedas, no escribas en esos discos ni los formatees; eso destruiría los archivos que podrías querer todavía. Este es otro de los fallos que cometí, aunque afortunadamente sus consecuencias no fueron demasiado lamentables porque me di cuenta más temprano que tarde entre el caos y la desesperación de aquellos momentos.
• Otra muy buena idea es tener al menos una copia de los archivos importantes en soportes diferentes: discos duros, memorias flash (con o sin USB), discos ópticos (CD, DVD, Blu-ray) o incluso servicios en la nube (aunque son bastante poco fiables, sobre todo últimamente, desde lo que hicieron con Megaupload, y también tienen otras desventajas)... Esto también reducirá considerablemente la probabilidad de perder archivos y hará posible su rápida recuperación si uno de los dispositivos que los almacenan tiene problemas. Siempre es mucho mejor invertir algo más de espacio en copias que tener que arriesgar datos importantes y únicos en una delicada e impredecible recuperación.
• Otra consideración importante es no almacenar archivos importantes y únicos en el mismo disco en el que se encuentra y ejecuta el sistema operativo. Este disco es el que más se sobrescribe por el movimiento continuo de datos, por lo que las recuperaciones en él suelen ser las más complicadas e infructuosas. Además, es susceptible a otros problemas que ponen en riesgo la integridad de los datos, como ataques con programas maliciosos, errores de sistema que impiden el inicio del mismo... Por todo ello, lo mejor es almacenar los datos en otros discos o soportes (como he mencionado anteriormente), tanto internos (preferiblemente mientras haya espacio dentro del equipo y cables suficientes) como externos (siempre que estén en buen estado porque se cuiden y no den problemas como, por ejemplo, los de 3 TB con caja). También es buena idea tener siempre instalado un programa de recuperación de archivos, preferiblemente gratuito, actualizado y de confianza; así no habrá que escribir más datos ni estar buscando en momentos tan delicados, eso suponiendo que se disponga de conexión a Internet.
En resumen:
• Infórmate tanto como puedas sobre la mejor manera de almacenar datos, así como las características de cada método y los productos y establecimientos que hay en tu región. Una buena elección en todo evita la mayoría de problemas; el quid está en que la propia elección no es fácil. Como norma general, diremos que lo mejor es un disco duro interno en SATA o, cuando esta opción no pueda llevarse a cabo por alguna razón, uno con caja montada de fábrica de alguna marca con prestigio en el campo.
• Ten siempre copias de seguridad de tus archivos más preciados en unidades o soportes distintos. Ten extremo cuidado cuando muevas gran cantidad de datos, y nunca sueltes una liana hasta que tengas agarrada otra, y preferiblemente ten dos por si acaso.
• Siguiendo con la metáfora de las lianas, cuando ha ocurrido el desastre y se te han roto o resbalado todas y te has caído, has de procurar amortiguar el golpe y saber levantarte más o menos indemne. Esto se consigue evitando la escritura en los dispositivos afectados hasta que la recuperación de datos se haya llevado a cabo con tanto éxito como sea posible.
• Si ocurre lo peor y resulta verdaderamente imposible recuperar datos valiosos, ya sea por daño virtual o sobre todo físico del soporte, la única opción que podría quedar es contactar con algún profesional de recuperación de datos. Sin embargo, debe meditarse detenidamente si la pequeña fortuna que suelen cobrar por la recuperación sería una buena inversión. Siempre es mucho mejor prevenir que curar.
Pero los problemas no habían acabo ahí... No, señor. Cuando terminé de recuperar archivos, formateé el disco de 3 TB (ya conectado indefinidamente en SATA para evitar más problemas) y empecé restablecer el orden poco a poco en todos mis archivos. Finalmente llegó el momento en que necesité acceder al disco duro de 500 GB que había tenido que desconectar y sacar del interior de mi torre, por lo que lo monté (no muy contento...) dentro de la problemática caja y lo conecté a un puerto USB. A los pocos minutos volvió a dar problemas. Saturaba el explorador de Windows (explorer.exe) de tal manera que no se podía hacer absolutamente nada, ni siquiera terminar el proceso mediante el administrador de tareas del sistema operativo; lo dejaba totalmente inútil, pues tampoco podía acceder a otras carpetas. En cuanto desconectaba el disco (apagándolo mediante el botón de la caja...) todo volvía a funcionar inmediatamente. ¡No podía copiar ni mover ningún archivo! Estaba claro que no era problema del disco, pues había estado usándolo tres años y medio perfectamente y era de tan solo 500 GB, por lo que la caja debía ser perfectamente capaz de manejarlo sin problema. Así que tuve que volver a la tienda; me hubiera gustado que me hubieran cambiado la caja por otra marca, otro modelo, pero lo que hizo el vendedor (no era el mismo que el primero, del que no sé qué se habrá hecho) fue cambiarme la caja por otra igual. Cuando la probé, daba los mismos problemas. Por más controladores que actualizaba, programas que desinstalaba y pruebas que llevaba a cabo, todo seguía igual. Incluso en el otro equipo que hay en casa, que tiene otro sistema operativo (Windows XP Professional) y prácticamente todo es diferente, tenían lugar exactamente los mismos problemas. ¿Qué duda cabía ya de que el problema tenía que ser el modelo de la caja? La causa exacta del pantallazo azul destructor sigue siendo desconocida todavía, pero todo indicaba desde el mismo instante en que ocurrió que era problema de la caja, y cuantas más pruebas hacía, más seguro era que tenía que serlo. Me tocó volver a la tienda por enésima vez... El nuevo vendedor con muy malas artes y a pesar de todo lo que le expliqué (que no fue poco), quiso quedarse la caja un día para probarla. A pesar de que eso supondría tener que volver más veces a la tienda incluso sabiendo ya casi a ciencia cierta cuál era la causa del problema, acepté. Quedamos en que me llamarían al día siguiente para darme noticias.
Como eran casi las siete de la tarde y todavía no habían llamado, lo hice yo. Después de unos minutos me comunicaron que a ellos la caja no les daba ningún problema. Estupefacto, les dije que cuando fuera a la tienda al día siguiente me cambiaran la caja por otro modelo o que me devolvieran el dinero (unos 26 €). Cuando llegó el momento y me presenté una vez más allí, otra vez estaba el vendedor nuevo. Por alguna razón nunca me había dado muy buena espina, y en esos momentos mis impresiones se convirtieron en evidencias: empezó a decir muy desagradablemente que el dinero no me lo iban a devolver porque el producto no tenía problemas, sino mi equipo. Después de una absurda discusión (en realidad lo absurdo era lo que escupía aquel vendedor) y unos momentos muy desagradables, estresantes y cabreantes, me cambió la maldita caja por otra, que resultó ser la misma del principio de todo. Me dio a entender que si esta vez también tenía problemas, estaba yo solo: ¿acaso no era eso lo que ocurría desde el principio? La única diferencia era que si esta caja tampoco funcionaba bien tendría que comérmela con patatas; ya no habría más cambios y, como había dejado bien claro desde el principio, ninguna devolución de dinero. Decidiendo y asumiendo definitivamente que no volvería más a la tienda (otra menos... ¿Qué ocurre con la informática en España?), volví a casa y probé la caja... ¡Afortunadamente, parecía ir bien! Tanto como mis otros tres discos duros externos con caja de fábrica más el familiar, que ninguno me ha dado nunca ningún problema... Aparentemente, el problema estaba, ¡por fin!, resuelto. De momento no he tenido problemas con esta caja, y espero que siga así hasta el fin de los días. En efecto, como puede comprobarse el problema era del modelo de la caja, que concretamente era una Conceptronic CHD3DUW. No sé exactamente cuál era su problema, pero sí sé, sin lugar a dudas ya, que tenía alguno, y grave. Si quieres otro buen consejo, no uses nunca esa caja. No da más que problemas; más de lo que podría considerarse normal. Con ella es todo un sinsentido destructivo.
Espero que mi odisea informática más reciente, y quizá la mayor, sirva de ayuda a muchas personas. He aprendido mucho, pero no sin una inversión considerable de salud, tiempo (casi un mes dedicado a la solución de estos problemas) y dinero adicional en gasolina para los cerca de diez viajes a la tienda, además de la cantidad de datos irrecuperables...
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