3 de octubre de 2011

Ahorro de energía según el tipo de pantalla y los colores

Actualmente hay varios tipos de pantallas para gran número de finalidades y aparatos distintos. En este artículo me centraré en dar información básica y consejos relacionados con el consumo de electricidad y el ahorro energético sobre las de televisión y las de ordenador, pero puede aplicarse también al resto.

Las primeras pantallas electrónicas en popularizarse masivamente fueron las de tubo de rayos catódicos (cuya sigla es TRC o, en inglés, CRT); no voy a explicar cómo funcionan, pues no es la finalidad de este artículo y, si todavía no se sabe, hay muchos medios para aprenderlo detalladamente. Como muchos sabemos, estas pantallas eran aparatosas y consumían bastante electricidad; además, solían deformar ligeramente las imágenes a causa de su característica pantalla abombada. También generaban una cantidad considerable de electricidad estática, que podía comprobarse acercándose cuando estaban encendidas o justo después de apagarlas. Tenían su encanto y nos proporcionaron un servicio excelente al principio; pero su coste, energéticamente hablando, era elevado, eran muy poco eficientes, por lo que no eran la mejor tecnología de su tipo para la economía ni el medio ambiente. El problema era que no había otra tecnología para crear imágenes de esa manera. Hasta que se desarrolló lo suficiente la tecnología de pantalla de cristal líquido (cuya sigla —la única que se usa— es LCD, de la expresión inglesa liquid crystal display) y se acabó el problema al brindar muchos e importantes beneficios respecto a las pantallas de TRC: consumen bastante menos energía, son muy ligeras y ocupan poco al ser delgadas, la calidad de imagen es superior, pueden emplearse en dispositivos pequeños... Sin embargo, todo tiene sus pros y sus contras. Si bien esta nueva tecnología representa un gran y claro avance tecnológico, no es perfecta. El mayor problema que yo les encuentro es que no son capaces de reproducir los colores oscuros, sobre todo el negro, que se quedan en tonos de gris, y empeora sensiblemente según el ángulo de visión. Y esa imperfección tiene mucha relación con otro de sus puntos flacos: al contrario que las de TRC, las pantallas de LCD consumen ligeramente más energía cuando la imagen que representan tiene colores oscuros, y esto es algo que, al parecer, no muchos saben. Con las pantallas antiguas se sabía que cuanto más oscura fuera la imagen, menos energía necesitaría para crearla, por lo que, en ámbitos informáticos, era recomendable emplear fondos de escritorio oscuros, leer páginas electrónicas con colores oscuros e intentar configurar los parámetros de los programas para que sus ventanas no fueran tan blancas; sin embargo, con la tecnología LCD es totalmente al contrario. Yo mismo descubrí este curioso hecho hace poco, ¡y empecé a usar muchos colores, especialmente el blanco! El quid está en que las pantallas de LCD iluminan sus píxeles mediante fuentes de luz que se sitúan detrás de la propia pantalla, por lo que para generar colores oscuros deben hacer un «esfuerzo» adicional para cerrarlos, taparlos u oscurecerlos más o menos. De hecho, se dice que para que una pantalla LCD consiga crear una imagen con todos los píxeles negros necesita más energía que una de TRC para crear una cualquiera. Como siempre, no hay nada como conocer bien lo que usas a menudo para sacarle el máximo rendimiento. Acciones tan simples como cambiar el fondo de escritorio a otro (con colores más oscuros en el caso de las TRC o más claros en el de las LCD) o configurar un suspendido automático (por ejemplo, a los diez minutos) pueden ayudarnos a ahorrar mucha energía con la acumulación de horas, días, semanas, meses y años de uso, y por consiguiente dinero y recursos del planeta, que también contribuye a no destruir tan rápidamente nuestro precioso y vital medio ambiente.

Resumiendo:
  • La mejor manera de ahorrar energía es, evidentemente, apagar la pantalla cuando no se use durante varios minutos o, en el caso de los ordenadores, configurar un suspendido o apagado automático, que también ayuda a ahorrar, sobre todo si nos olvidamos alguna vez de apagar la pantalla.
  • Otra muy buena manera es reducir el brillo, configurarlo de manera que las imágenes se vean bien sin necesidad de deslumbrarnos ni consumir el doble; esto también puede irse regulando mejor con el paso del tiempo, cuando nos acostumbramos a una pantalla menos brillante. Además, es menos malo para nuestros ojos, que tienen que hacer menos esfuerzo para luchar contra la lógica acción de cerrar las pupilas al haber ligeramente menos diferencia entre la luz que emite la pantalla y el entorno.
  • A largo plazo, en el caso de las ya raras TRC —que consumen más energía de por sí que las de LCD—, es preferible utilizar, cuando se pueda, colores oscuros; en el caso de las pantallas LCD, colores claros.

    No he hablado de las pantallas de plasma porque no se utilizan en ámbitos informáticos y representan muy pocas ventajas respecto a las de LCD, que además no son tan importantes como para que merezca la pena ignorar las desventajas y soportarlas. Sin embargo, no es que sea una mala tecnología; de hecho, hubo un tiempo en el que era mejor comprar una televisión de plasma que una de LCD, y todavía hoy hay quienes prefieren esa tecnología.

    No obstante, hay una nueva que está perfeccionándose ya y que cuando esté suficientemente perfeccionada solucionará muchos defectos y abrirá las puertas del futuro de par en par: OLED (siglas de la expresión inglesa organic light-emitting diode). Algunas de las mayores ventajas que ya se han observado experimentando con esta tecnología son que los colores oscuros se reproducen muy fielmente, sin importar el ángulo de visión; y, además, vuelven a ser los más eficientes, como ocurría con las de TRC (¡qué bien, podré tranquilamente dejar esta mi bitácora en color negro! Me gusta este color..., es muy elegante). El mayor inconveniente que se ha observado y que está intentando solucionarse es que al ser materiales orgánicos, son muy sensibles a las condiciones ambientales que los rodean, por lo que la vida útil de pantallas OLED es sustancialmente menor que las de LCD. Esperemos que esta maravillosa tecnología esté preparada pronto para ser empleada sin problema alguno en la vida cotidiana.

    Sea como sea, siempre podremos mejorar y cambiar nuestra tecnología para que sea mucho más eficiente y consiga mantenernos emocionados y expectantes por los avances que nos aguardan en el futuro. ¿Quién no tiene curiosidad por saber qué tecnologías estarán disponibles en unas cuantas décadas?