9 de diciembre de 2008

La verdad

Hoy, en mi segunda entrada, voy a escribir sobre un tema muy importante que ya empecé a mencionar en la primera. Es un tema metafísico, abstracto, pero que hay que tener muy presente en cada momento.

La verdad es una palabra, un concepto creado por el ser humano para referirse a la imposibilidad de negar hechos absolutos e inexorables.

Pero ¿cómo sabemos que algo es de una manera y no puede ser de otra? ¿Cómo podemos saber que algo es totalmente cierto? Es sencillo: cuando no podemos demostrar lo contrario por falta de capacidad. Entonces, ¿la verdad es ignorancia? En cierto modo, sí. Un ser inteligente siempre tiene limitaciones, así que también las tiene en las capacidades mentales. El hombre posee un cerebro mucho más complejo y capaz que el de cualquier otra especie de este mundo, pero eso no significa que sea potente. Tenemos mucha tecnología, ciencia, filosofía..., pero realmente no sabemos nada. Tan solo conocemos parcialmente lo que tenemos al alcance de la mano o hemos creado nosotros mismos.

Consideramos que algo es verdadero cuando nuestra mente no encuentra otra explicación o solución, cuando no puede negar algo... En definitiva, cuando se toma por absoluto e indiscutible. Pero eso no significa que lo sea realmente. Todo se basa en puntos de vista, situaciones y conocimientos. Todo depende del punto de vista desde el que se mire. No existe la verdad absoluta por la sencilla razón de que para conocer, es necesario tener un cerebro o un sistema que lleve a cabo funciones similares, una mente, que siempre va a estar basada en percepciones y puntos de vista, según el contexto de la misma. Por consiguiente, hay infinitas verdades, infinitos puntos de vista, no hay nada seguro por completo. Es por eso que siempre me niego a tomar como absoluta cualquier cosa. Todo es cuestionable y relativo. Incluso este texto, que explica la verdad con verdad, no es verdad. Solamente es verdadero para la mente humana, y no para todos, pues puede haber ciertas personas que discrepen.

Así que un consejo: nunca te aferres ni lo apuestes todo a un argumento, por más razonable y verdadero que parezca, ¡porque todo puede cuestionarse siempre!

La verdad es como la realidad: no hay una, sino infinitas; tantas como puntos de vista. Por todo esto, no puedo entender cómo es posible que haya tanta gente terca a más no poder, que por más explicaciones y razones que se le dé nunca abre su mente y comprende. Son personas que discuten siempre por todo y con todos, sin llegar nunca a ninguna conclusión, hecho que los lleva siempre a un ciclo destructivo de empeoramiento personal.

El objetivo de una discusión no debe ser nunca que el oponente acabe pensando como tú y te lleve la razón, sino, contrastando opiniones y conocimientos, acabar dando con una conclusión lo más cercana posible a la verdad humana.

Creo que ya ha quedado bastante claro lo que quería explicar, así que no hace falta que me extienda innecesariamente. Todo esto es fruto de mis disertaciones personales y los conocimientos sobre filosofía y demás materias recibidos en el instituto, además de los conocimientos obtenidos autodidácticamente.

Espero que algún día alguien lea mis entradas y esté, aunque sea mínimamente, de acuerdo con mis puntos de vista, que, lógicamente, para mí son los más correctos y acertados y creo que para cualquier persona con una cierta cultura e interés; o, aunque no lo esté, que los respete y considere. Y si no hay nadie que las lea, ¡al menos habré desarrollado una actividad personal, que me ayudará a tener más riqueza interior, si cabe!

6 de diciembre de 2008

Primer día

Me llamo Sergi y esta es mi primera bitácora formal. Tengo una habilidad innata con las lenguas, hecho que me ha incitado a interesarme por aprender por mi cuenta y así obtener infinidad de conocimientos lingüísticos, además de poseer las enseñanzas recibidas en el colegio y el instituto. Supongo que esa es la razón por la que me gusta escribir, aprender más y mejor lingüística y divulgar esos conocimientos, además de expresar mis opiniones más allá de la vida cotidiana. Aunque esto de explicar mis pensamientos en una bitácora creo que es, más bien, consecuencia de ver día tras día el comportamiento de la gente.

Quizá soy demasiado perfeccionista; es posible, pero es muy cierto que muchos, quizá demasiados, no hacen lo que deben hacer. Por eso siento la necesidad de cavilar y discurrir sobre temas que deberían preocuparnos o al menos interesarnos a todos. Yo tampoco soy perfecto, ni mucho menos, pero la llave de la mejora personal está en los demás. Por eso debemos interactuar adecuadamente.

Mi intención es, además de poder expresarme libre y —más o menos— públicamente, intentar cambiar siempre a mejor, aunque sea poco, la forma de pensar de las personas, con el fin de vivir todos, por consiguiente, en una sociedad mejor. Sé que es algo muy presuntuoso y complicado, pero aun así tengo esperanzas de que las pocas personas que lean mis textos estén de acuerdo con lo que pienso y también intenten hacer de este mundo un lugar más correcto, adecuado, agradable, rico, maravilloso y amable.

Quizá te preguntes: ¿a este muchacho qué le importa lo que haga la gente? Pues muy sencillo: cada acción que realiza cada persona influye en su entorno y, por ende, en el prójimo. Cada acción, cada elección, cada detalle, cada pensamiento, cada sentimiento afecta al presente y al futuro, tanto inmediato como a largo plazo. Lo que quiero es que el futuro sea mejor para todos, dentro de nuestras posibilidades. Nosotros somos los únicos que podemos destruir o conservar todo lo que merece la pena.

Pero no todo lo que escribiré son quejas y reproches. De hecho, únicamente escribiré tales cosas cuando vea u oiga algo digno de protesta y que pueda decir algo al respecto por mis conocimientos. Metafísica, metalingüística, política, informática, psicología, ética... Escribiré sobre cualquier tema del que pueda decir algo interesante y constructivo. Pero siempre será mi opinión personal —excepto en lingüística, que tiene normas oficiales establecidas—, que puede ser muy cercana a lo que entendemos por verdad (ya escribiré sobre la verdad...) o bastante lejana —aunque siempre suelo acercarme lo suficiente—. Si no estoy muy seguro de algo —es decir, si no tengo pruebas, o no puedo demostrarlo de ninguna manera—, no lo digo. Lo último que quiero es equivocarme. Los errores nos educan y nos enseñan mucho, pero todos tienen consecuencias más o menos indeseables.

Creo que para ser mi primer texto aquí no hace falta que me extienda más. El que lo haya leído entero ya sabe de lo que estoy hablando; el que no, probablemente nunca consiga aprender a pensar de la mejor manera humanamente posible. Aprecio mucho a las personas que saben comprender y respetar a los demás, darles su opinión y compartir conocimientos.

¡Bienvenidos a mi bitácora!